30.11.08

El final

Así empezó todo: allá por noviembre de 2006.

Hoy: 29 de noviembre: despedimos Los Sensuales. Fueron seis meses junto a quienes nos vieron. Seis meses de intensidad inusitada (al menos para mi - aparente - calma). Pudimos torcer situaciones que el destino (o nosotros mismos) nos presentaba(mos). Hoy, más calmos, más emocionados, más cerca de la despedida veo que este espectáculo fue el fruto de muchos esfuerzos, de muchos dolores, de muchos silencios. Todo - desde el primer día - tuvo el sello de la sensualidad: desmesura - sí. Hoy, nos despedimos. Y abrazo a cada uno de los que estuvieron asociados a este enorme proyecto. A todos. El año que viene no reestrenaremos (al menos no como yo había pensado hacerlo): la sala tiene otros planes que no nos incluyen. Cierro el blog, entonces. Así: con la felicidad de haber llegado al puerto. Este amor - el de los sensuales - estuvo demasiado cerca de la pasión y - como ella - sabe disolverse en el tiempo con una extraordinaria celeridad. Bienvenido sea lo que viene. Un abrazo a todos ustedes: cada uno de los que esto lee.

Alejandro.

29.11.08

Dicen:

Desear o morir
por Jimena Repetto

La sensualidad suele ser un discurso que calla su deseo, mientras anhela que el otro interprete, entre el ruido, aquel silencio. Hay un juego tácito entre quien busca y llama con palabras que atraen como el polen de la flor a ser fecundada. Para el espectador, el título de una obra puede operar como el velo de esperanza en la que él mismo funda el espectáculo. Los Sensuales, título de la obra de Alejandro Tantanian, en este sentido, advierte y reclama que nos entreguemos a un melodrama. Esperamos entonces amores imposibles que quiebren los mandatos sociales, destinos trágicos y cruzados, parentescos desconocidos y por conocer y, por sobre todo, el desborde de las pasiones.

La trama comienza con el asesinato de Teodoro Tigrov. Ya desde la ejecución coreográfica de este primer hecho fundante, se despliega un ejercicio de los actores con el cuerpo que después se registrará en toda la obra. Y no sólo el movimiento y la danza tendrán lugar en escena, sino también las canciones de amor (o desamor) que cantan los personajes y el sonido de un piano que se expande.

Los cinco sospechosos de haber matado a Teodoro son sus hijos, quienes, sin embargo, desconocen que comparten el mismo padre. Odette Malheur, amante de Teodoro, decide averiguar quién es el asesino y para ello convoca a sus dos hermanos, Lise y Alberto Malheur. La interpretación es deslumbrante y realmente los actores logran ser sus personajes, generar amor y desazón en quien los ve y escucha.

Este melodrama, que deviene en tragedia cuando el amor es imposible, donde se cruzan incestos con identidades ocultas, provoca, sugiere y coloca a quien se haga presente en la sala en un eclipse de emociones.

Todo esto ocurre, de forma deslumbrante y original, será por eso que nos sentimos cautivados, suspendidos como las abejas minutos antes de posarse en las flores.

Otro comentario

Seres que se desean en una ópera del siglo XXI

Una madre, un padre ausente, dos hermanos mellizos (él y ella), un hermano y una hermana, tres hermanos. Entre estos nueve personajes surgen las pasiones desencontradas. Odette, otrora el cisne blanco, jura la venganza de su marido, Teodoro. La van a ayudar los dos mellizos, Lise y Alberto. Mientras, las historias de Mijail y Sonja se van a entrecruzar en los caminos del deseo de Alex, Damián y William. Los personajes hablan, gritan, sufren, lloran. Cantan su pena y bailan su pasión. En un punto, nos perdemos en los parentescos; lo que importa es el deseo, la fantasía, los amores no correspondidos. Desear al que no nos ama, tener el deseo del Otro en la piel. Confundirse en emociones violentas, que todo lo perturban. Muerte, locura, suicidio, amor perturbador que todo lo enceguece hasta los lazos de sangre. Las actuaciones inundan el espacio, cubren todos los rincones; la luz varía de acuerdo a la intensidad de los sentimientos, el vestuario va delimitando modelos de actuar en la vida.

Lo que estamos presenciando, dada la fuerza de la emotividad, es una auténtica ópera del siglo XXI. Alejandro Tantanian ha explotado esa veta para lograr que nos adentremos en un mundo sin Padre, sin Dios ni perdón. Todos huérfanos del amor de una mirada atenta, luchan por conseguir, mantener y soportar el amor de sus hermanos de jauría. Ellos se tocan el corazón, ellas, la entrepierna. A todos los consume la hoguera de los amores imposibles, aquellos en que un instante es vital para que el latir se detenga, y deje fluir la sangre y los fluidos de la carne.
Basado libremente en personajes de la novela decimonónica rusa “Los hermanos Karamazov” de Dostoievski, podría decirse que Tantaniàn declara que el amor es sagrado, como afirman sus intérpretes en escena.

Todo el elenco funciona como un todo orgánico, del que se destaca el trabajo del primer deseante, cronológicamente hablando, Diego Velázquez como Mijail. Las actuaciones realmente cobran vida en los cuerpos (y las almas) de Mirta Bogdasarian (Sonja); Pablo Rotemberg (Alex), que se luce con la expresiva coreografía, Javier Lorenzo (Damien), Nahuel Pérez Biscayart (William, el benjamín), Luciano Suardi y Gaby Ferrero (los mellizos derrotados por la pasión, Alberto y Lise). Y para el inicio y cierre de la obra, Stella Gallazzi (Odette), sedienta de venganza por el asesinato de Teodoro (el fantasmal Ciro Zorzoli).

La música y las canciones que recorren el arco desde Chopin hasta las baladas románticas, y los temas compuestos especialmente para la obra están imbricadas con naturalidad en medio de la narración de los cuerpos deseantes. Las luces, aparentemente cuatro simples lámparas van siguiendo y aportando los climas necesarios a medida que se develan las intrigas. El vestuario está de acuerdo a cada personaje. Un auténtico tratado sobre las pasiones y el Amor, con reminiscencias al Banquete de Platón, Freud, Lacan y los poetas rusos.

Una ópera del siglo XXI.

Silvia Sánchez Urite

www.dramateatro.com

En Vuenosairez.com dicen:

Los Sensuales

Los Sensuales, obra escrita y dirigida por Alejandro Tantanian, basada en la novela “Los hermanos Karamazov” de Fedor Dostoievski, cuenta con una puesta en escena interesante y con actuaciones concentradas y precisas.


Teodoro Tigrov, ha sido asesinado a golpes de martillo, su amanate Odette Malheur, decide vengar su muerte. Asistida por sus hermanos y convocando a espíritus malignos, acusa del crimen a todos los hijos de Teodoro Tigrov. Las mentiras, represiones y pasiones constituirán la red en la que todos quedarán atrapados.
Utilizando el melodrama como soporte, Tantanian desarrolla esta historia de sentimientos ocultos desplegados en una puesta en escena brillante en su complexión y sencilla en sus recursos escenográficos, logrando espacios diferentes dentro del mismo frío y desolado escenario. Tal y como seguramente, lo imaginara Dostoievski en sus tierras blancas.
La iluminación dura, apoyada en los contrastes y en los tonos azules y las melodías de Chopin y Schumann, completan el cuadro que nos sumerge en el relato.
Las actuaciones son el otro fuerte de esta obra, ya que los actores llevan hasta el límite sus capacidades dramáticas, pasando por la tragedia y la comedia airosamente. Detenidos en los sentimientos encontrados, atraviesan las contradicciones manejando ritmos emocionales y destrezas físicas, estas últimas coreografiadas por Pablo Rotemberg, que además de actuar, canta, baila y toca el piano en la obra. Todos los actores están muy bien y sostienen las particularidades de sus personajes hasta el final.
Si hay una cuerda floja en la obra, algo que no termina de cerrar, es la parte en la que en tono de ópera los actores cantan. Se nota que quienes interpretan las canciones son actores y aunque tratan de llevar adelante la propuesta de Tantanian, se los ve incómodos y forzando sus gargantas para alcanzar el objetivo. Ese es el momento en el que las sillas comienzan a moverse y que algunos espectadores dejan de estar atrapados en la historia para comentarse cosas por lo bajo.
Más allá de esta apreciación, la obra es interesante, vale la pena verla y es riesgosa como todas las propuestas de Alejandro Tantanian.
Demostrando, una vez más, que si hay un lugar donde el teatro se prueba a sí mismo, donde los actores investigan seriamente y donde la dramaturgia adquiere una presencia ineludible, es en el off, Tantanian y sus actores, lejos de las marquesinas y cerca de los espectadores se lanzan a la aventura de contar una de rusos. Acá, cerca de los italianos y los españoles, amoldando el habla, la estructura y los gestos. La verdad… para sacarse el sombrero…

Los Sensuales: están nominados


Nominación Teatro del Mundo 2008 al mejor autor (Alejandro Tantanian).
Nominación Teatro del Mundo 2008 a la mejor fotografía teatral (Ernesto Donegana).
Nominación Teatro del Mundo 2008 a la mejor iluminación (Jorge Pastorino).
Nominación Teatro del Mundo 2008 a la mejor música original (Diego Penelas).
Nominación Premios Clarín Espectáculos 2008 al mejor autor (Alejandro Tantanian).
Nominación Premios Clarín Espectáculos 2008 al mejor espectáculo del circuito independiente.

Esto se escribió sobre nosotros

Inusual mirada del crimen al padre

El reconocido múltiple artista teatral Alejandro Tantanian (director, dramaturgo, cantante), habiendo surgido popularmente para el mundillo teatral desde aquel innovador grupo que fuera El Periférico de Objetos, ya ha logrado hacer de su nombre y apellido toda una marca registrada. Ya que una cosa es ir a ver una obra de teatro y otra muy distinta es ir a ver una de este teatrista.

Tantanian siguió con Los Sensuales en la misma línea que hiciera con su obra anterior, Los mansos. Y digo esto porque en ambas abrevó en las lecturas de Fiodor Dostoievsky. Si en Los mansos el disparador fue El idiota; en este caso, Los hermanos Karamazov fue el punto de partida para
Los Sensuales. Pero, eso sí, para todos aquellos amantes de mi querido ruso Dostoievsky: no vayan a buscar en este nuevo espectáculo de Tantanian una copia fiel de los Karamazov: ni ahí. Esto es una creación que sólo tomó como punto de partida el texto original dostoievskiano. Nada más.

Aquí se narra el crimen que se perpetúa sobre la figura de un padre que posee, no tres sino cinco hijos, con dos mujeres diferentes. De allí surgirá toda una escalada de venganza, al más puro estilo de un culebrón mexicano (y se me viene a la cabeza Verónica Castro, perdón…). Porque lo que ha hecho Alejandro Tantanian en este espectáculo ha sido pergeñar un poderoso melodrama. Con todas las letras. Ya que hay aquí de esas historias de amor entre hermanos que desconocen su vínculo; incorporando, incluso, a este cocktail una relación de amor gay… Pero su atrevimiento no se quedó allí, sino que fue por más y si hay algo que tiene en cantidad
Los Sensuales es música y canciones. El director ha puesto así a cantar a sus actores, aun cuando desafinan algunos de ellos, y esto ha sido una muy buena elección, puesto que de esta manera queda muy claro que no estamos delante de una comedia musical. Si aparecen las canciones, como el mismo Tantanian asevera, es allí cuando a sus personajes ya no les alcanzan las palabras. Si te gustan las propuestas arriesgadas esto es para vos, así que andá imaginándote un clima dostoievskiano tamizado con coreografías varias y canciones.

Marcelo Saltal

Obra: Los sensuales. Autor: Alejandro Tantanian. Elenco: Mirta Bogdasarian, Gaby Ferrero, Stella Galazzi, Javier Lorenzo, Pablo Rotemberg, Luciano Suardi, Diego Velázquez, Ciro Zorzoli y Eliseo Barrionuevo. Musicalización: Pablo Rotemberg, Alejandro Tantanian, Diego Velázquez. Música original: Diego Penelas. Coreografía: Pablo Rotemberg. Dirección: Alejandro Tantanian. Sala: El Camarín de las Musas.

Revista El Abasto, n° 102, septiembre 2008.

Más opiniones

La obra empieza con la potencia de un martillazo a la nuca; medio atontados, nos enlaza por la cintura y nos arrastra salvajemente por un mar tempestuoso de carnosidades deseantes, para despedirnos finalmente en una playa espectral de cadáveres, fantasmas y locos.
Me encantó.
¡Felicitaciones!
Juan

Lo mejor que vi en años. Genial.
Hernán Vidal


Más vale tarde que nunca asistí a ver esta obra impactante!!
Un verdadero melodrama, característico de los trabajos de Tantanian. Debo destacar principalmente el trabajo de composición de personaje de todo el elenco, muy parejo por cierto y destacar la puesta coreográfica y la respuesta corporal de cada uno de los personajes. La iluminación: maravillosa. Es para mí una obra de Arte. ¡¡¡Felicitaciones!!!
Patricia Carro

La vi hace dos meses y me pareció una obra maravillosa y colmada de belleza. Es muy bueno el laburo de dirección no sólo en en el abordaje de un texto clásico como el de Dostoievski sino también en la puesta en escena con una clara costrucción de los espacios. El despliegue actoral es magistral por parte de todos los integrantes del elenco. Para verla más de una vez.
Ricardo

Fuente: Alternativa teatral

Otra opinión

Es increible la cantidad de estados por los que pasé mirando Los Sensuales. Y a veces no estados sucesivos sino simultáneos. Es muy difícil encontrar de qué lado del filo se encuentra la puesta. Por ejemplo cuando los actores cantan y obviamente no son cantantes profesionales, la sensación es como de vergüenza ajena, pero como al mismo tiempo todo es exagerado, (la tristeza, las emociones), la incomodidad se transforma en parte de un engranaje y el mecanismo funciona perfecto. Es una puesta super arriesgada. No se si la disfruté. Creo que me puso en una situación de constante tensión interna. Parece ser una obra hecha desde las vísceras y sin embargo es absolutamente mental.
Muy bueno Tanta, nos gustó mucho.

Jorge Macchi

Opiniones


Los sensuales. Los sexuales. Los incestuosos sin manchas y sin pecados. Porque el pecado es una invención del hombre. La sensualidad es un estado puro como la sexualidad misma, y ambas se nutren recíprocamente. Los sensuales es un espectáculo de poluciones. Una explosión creativa de la pureza de la naturaleza humana. Sus canciones lacrimosas nos recuerdan que el hombre no es más que una pose. Y su paso por el mundo, una tragedia. El hombre nace y lo hacen. Y en su búsqueda desesperada del amor encuentra todo, menos el amor. Los sensuales es un espectáculo para partirte al medio en un carcajada religada con sollozos y suspiros. Es una orgía de emociones en bruto, un charco de sangre y llanto, un vómito de amor incomprendido. Una sublime inspiración trémula de pasión.
Sus actores alteran el melodrama tornándolo tragedia, explorando un nuevo sentido. La música que surge de un piano, a veces surge de las paredes, baja por el techo y explota como un grito enamorado. La música es quien conduce los cuerpos y los acciona. Lo que puede resultar en la vida una cursilería, aquí se magnifica y cobra sentido. Los besos no son besos, son relamidas infectas de vida. Los sensuales es un espectáculo, de esos que te quedan en la dermis. Felicito a todo este creativo equipo de trabajo.

Gerardo B.

30.9.08

Una crítica en territorioteatral.org.ar

Los Sensuales

Liliana B. López (IUNA)

Esta puesta en escena generará, seguramente, una lectura muy diferente para los que se acercan por primera vez a un espectáculo dirigido por Alejandro Tantanian, y para los espectadores que vienen siguiendo sus trabajos. Probablemente, causará sorpresa a los primeros. Mientras que para los segundos, entre los que me encuentro, Los Sensuales da cuenta de la consolidación de un director, que lleva al límite sus deseos.

Y ésta es una palabra clave para entrar en el mundo propuesto por la escena: el deseo es lo que motoriza las acciones de los personajes, lo que atraviesa sus cuerpos y pone en juego hasta sus propias existencias. Engañosamente distribuidos en tres “casas”, cual clanes identificables, sus vínculos rebosan esta división social, que detona a partir del asesinato de Teodoro Tigrov (Ciro Zorzoli): un crimen que exige venganza, tal como en la tragedia griega, el drama isabelino o el drama de honor español. Su amante, Odette Malheur (Stella Galazzi) clamará al cielo (o al infierno) para su ejecución. A partir de este nudo, se desatarán múltiples redes de pasiones descontroladas, vínculos incestuosos, relaciones prohibidas o desengaños sin retorno. Los caracteriza la falta de medida: la razón resulta derrotada por la pasión, que cuando desborda, estalla hecha canciones. Y éstas, en muchos casos, están ejecutadas desde la competencia interpretativa, más que desde el virtuosismo vocal. Este riesgo asumido por el elenco, es la apuesta más fuerte del director, que en sus dos espectáculos anteriores apeló al play-back (Los Mansos, Y nada más) y a un repertorio preexistente. En
Los Sensuales parece continuar con parte del concepto probado por él en el exitoso ciclo de noche, donde con el acompañamiento musical de Diego Penelas interpretó un variado repertorio de canciones unidas por el vínculo entre lo nocturno y la pasión amorosa.

En Los Sensuales se tejen historias a través de las canciones y de los diálogos, recuperando el sentido etimológico de la palabra melodrama (teatro musical), pero también flotan en el aire las huellas de los orígenes de la ópera, la exaltación del sentimiento propia de los madrigales de Monteverdi, y la melancolía romántica de Chopin y de Schumann. La puesta en escena construye una lógica de lo sentimental a través de la apelación a los sentidos: cuerpos que se desplazan en movimientos coreográficos, actuaciones exaltadas o introspectivas según reclame la situación, climas eróticos o atravesados por emociones diversas, colores y sonidos que arman y desarman avalanchas de texturas que construyen su propio verosímil. El minimalismo espacial resulta sostenido por el peso de las actuaciones, con códigos y recursos heterogéneos que son aprovechados al máximo por el director.

27.9.08

Y otra opinión:

Cabeza de torta.

Ayer estuve en Los Sensuales. ¡Felicitaciones!
Lo destacable, en principio, la transformación de semejante material (Los Hermanos Karamazov de Fedor Dostoievski) (que uno cree inasible) al formato melodrama, y cómo se comunica, desde ese formato, con el público; el uso de ciertos registros de humor que conviven acertadamente con el aspecto naturalmente trágico de la obra, que hace que se pase de la risa a la congoja sin solución de continuidad; los trabajos de Diego (Velázquez) y Mirta (Bogdasarian), muy destacables ambos: Diego camina por una cuerda floja, todo el tiempo, y lo hace con una maestría soberbia en su registro; Mirta está estupenda con esos desbordes cómico-trágicos (...)
En fin, por mi percepción entre el público creo que la obra funciona bien. (...) Otra maravilla es la iluminación.(...) Y vos sabés que el género melodramático y el musical, no son santos de mis devociones. Como siempre, a la altura de las expectativas, como no podía ser de otra forma. ¡Felicitaciones otra vez!
Emilio

Otra opinión

Alejandro: soy Lucas (...) Te escribo porque este fin de semana tuve el placer de ir a ver Los sensuales y quería decirte que me gustó mucho. Me pareció increíble el texto, el laburo de puesta, lo que hicieron Oria y Pastorino, el laburo impecable de ese grupo de actores, el riesgo de un espectáculo de esas características... Todo! La verdad que fue un placer muy grande ser espectador de esa obra.
Gracias.
Saludos,
Lucas.

Algunas opinones del público

Fui este viernes a ver Los Sensuales y fue algo maravilloso. He leído las opiniones y aunque no tengo nada que agregar ya que estoy de acuerdo en su mayoría, quiero destacar especialmente a los actores. La obra como espectáculo es fascinante, atrevida, un bellísimo juego de imágenes que deslumbran, pero allí el instrumento - a diferencia de tantos otros espectáculos - es el actor. Cada uno de ellos completos y entregados. Felicitaciones y un gusto haberme dejado convencer a ir a verla por fin.
Mara

Fui a verla este viernes y me pareció genial. Muy completa, mucha entrega. El trabajo de los actores es para destacar, con un perfecto manejo del cuerpo, que nos traslada por espacios y situaciones generadas con fluidez y sin depender de una escenografía cargada. La iluminación y la música terminan por crear un ambiente que te mantiene expectante y alerta durante toda la obra. Un producto muy particular, innovador y sensual.
Diego

Teatro en estado puro. Impresionante. Toda la desmesura del mundo puesta con un pasión arrolladora. Hay que dejarse envolver por estos sensuales. Hay que sentir sufrir y gozar por estos actores magníficos.Puesta en escena, música y dirección con un desborde magistral. Tantanian un mago con una sensibilidad abrumadora. Exquisita.
Jorge

Los Sensuales
es una obra ecléctica, épica y sublime; en todas sus partes: la puesta, la música, los actores, y la sabiduría y belleza extrema de la dramaturgia. Es una obra Renacentista en toda su perspectiva, una suerte de revolución en el teatro nuestro de cada día. Un espacio pleno, ideal. Todo lo tiene y todo lo muestra; es una obra poco egoísta, todo el talento que despliega esta ahí, para nosotros, los espectadores. Una mirada del mundo, de los seres humanos, del amor, del desamor, de los deseos, de Dios o de un padre, de la danza, de la música, de las palabras, de la verdad, de la mentira. Desopilantemente original, merecedora de admiración y respeto. Arte superador. Felicitaciones a todas las partículas que han compuesto esta Obra. Este lado del mundo agradece, enorme agradecimiento , materiales como este.
Natalia

Fuente: Alternativa Teatral

10.8.08

Ruleta china dice esto:

Sobre el título del post, un click.

Nahuel se va

Despedida de Nahuel en la casa de Nahuel.
De izquierda a derecha: Eliseo Barrionuevo, Luciano Suardi, Pablo Rotemberg, Mirta Bogdasarian, Alejandro Tantanian, Gaby Ferrero, Mariano Stolkiner, Javier Lorenzo y Ciro Zorzoli.
Delante de AT: Nahuel (Pérez Biscayart) y Diego Velázquez.
No mucho por decir: sí mucho por "biendesear".

Se escribió esto sobre nosotros

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8.8.08

Hoy en Ámbito Financiero

Los sensuales: rareza del off

«Los sensuales»
. Texto y dirección: A. Tantanian. Int.: C. Zorzoli, M. Bogdasarian, L. Suardi, J. Lorenzo y otros. Esc. y Vest.: O. Puppo. Luces: J. Pastorino. Coreog.: P. Rotemberg. Mús.: D. Penelas. Letras: A. Tantanian y M. Tufró. (El Camarín de las Musas.)


Lo mejor de la nueva obra de Alejandro Tantanian es el cruce de géneros, desde la tragedia al teleteatro, que obliga a prestigiosos directores y actores del circuito off incluso a cantar, aunque muchos de ellos desafinen.

Esta es una de esas rarezas que de tanto en tanto aparecen en el circuito off agotando localidades en todas las funciones (en un horario tan poco atractivo como el de las 23.30) y sin que a nadie le preocupe comprender a fondo el alcance último de sus peripecias. Lo que más se disfruta es el desprejuiciado cruce de géneros (desde la tragedia a la telenovela) y las emociones extremas que viven sus protagonistas entre canciones y coreografías cargadas de sensualidad.

Tras el feroz asesinato de Teodoro Tigrov, su viuda se dispone a buscar al culpable entre los numerosos hijos que engendró su esposo con otras dos mujeres. A partir de allí perseguidores y sospechosos van quedando atrapados en una espiral de pasiones no correspondidas que van desplazando a un segundo plano el tema del parricidio (como instaurador del caos y la destrucción) para centrarse casi exclusivamente en las veleidades del amor, vivido éste como condena, enfermedad o alucinación.

Entre los protagonistas hay varias parejas de gemelos, hermanos que transgreden el tabú del incesto y algunos vínculos de carácter homosexual. Pero aunque todo esto parece aludir a la mítica figura del doble no se proyecta en la obra ninguna sombra siniestra, al contrario, por momentos prevalece un engañoso aire de liviandad. Uno de los principales atractivos de este melodrama musical con notas de tragedia, crímenes a lo Dostoievski y pasiones color Almodóvar es la presencia de una inusual selección de actores y directores: Ciro Zorzoli, Luciano Suardi, Mirta Bogdasarian, Javier Lorenzo, Stella Galazzi, Diego Velázquez, Gaby Ferrero, el bailarín y coreógrafo Pablo Rotemberg y Nahuel Pérez Biscayart (ahora reemplazado por Eliseo Barrionuevo). Todos ellos gozan de gran prestigio dentro del circuito independiente y aquí vuelven a dar muestra de un amplio registro interpretativo. Sus personajes pasan del desgarro a la melancolía, sucumben ante sus propias trampas de seducción y cantan a viva voz sus infortunios.

El único problema es que algunos de estos intérpretes desafinan a más no poder. El público, sin embargo, no lo considera un traspié sino una curiosidad más y hasta lo justifica como un saludable gesto de ruptura (entendiendo el canto como una explosión de sentimientos fuera de control) que no afecta en absoluto la intensidad de este melodrama.

El director Alejandro Tantanian logró salir airoso de esta apuesta a la desmesura y a la degeneración de las formas cultas ofreciendo un espectáculo muy vital que incluso da lugar a que se escuchen risas en los momentos más dramáticos. A nadie debe sorprender que siendo Tantanian un exquisito cantante haya obligado a sus actores a cantar temas para los que no están preparados. Woody Allen hizo algo parecido en «Todos dicen te quiero» (con una Julia Roberts terriblemente desafinada) y le fue bastante bien.

Patricia Espinosa

26.7.08

Habrá cambio

Eliseo Barrionuevo antes de ser William Richardson.

A partir de este fin de semana en Los Sensuales "comienza a salir" Nahuel Pérez Biscayart y "va entrando" Eliseo Barrionuevo.
Nahuel se va a NY (y otros destinos) a cumplir con su Beca Rolex.
Y frente a esta ausencia - y para cubrirla - se suma a Los Sensuales Eliseo (quien por estos días también forma parte del elenco de Rent en la Ciudad Cultural Konex.)
Pero a no desesperar: Nahuel se irá despidiendo de a poco para que todos aquellos que no lo han visto vengan a verlo.
Y Eliseo ira afianzándose semana a semana.
Y si ustedes vieron a Nahuel - claro -: no se pierdan a Eliseo.

Este es el organigrama de funciones

Viernes 25 de julio
Nahuel Pérez Biscayart

Sábado 26 de julio
Eliseo Barrionuevo

Viernes 1 de agosto
Eliseo Barrionuevo

Sábado 2 de agosto
Nahuel Pérez Biscayart

Viernes 8 y sábado 9 de agosto
Últimas dos funciones de Nahuel Pérez Biscayart

A partir del viernes 15 de agosto todas las funciones
Eliseo Barrionuevo

Nahuel Pérez Biscayart como William Richardson.

17.7.08

En La República de Uruguay, hoy

Cliquear sobre el título del post para leer la nota completa.

12.7.08

Hoy en la web

Aquí o aquí:
Los Sensuales


Como si fuera una tragedia griega, el asesinato de Teodoro Tigrov al inicio de la obra, será la primer gota de sangre, de una historia de pasión, deseos, mentiras, sospechas, amor y traiciones, que culminará con un final trágico, derivado por este primer acontecimiento.

Tantanian construye un espectáculo melodramático, con actuaciones afectadas, donde la historia esta teñida por la tragedia. Como se dijo, el inicio es con el asesinato – a golpes de martillo – de Teodoro Tigrov, pero el asesino se oculta en la oscuridad de la noche, la amante de éste (Odette Malheur) fue testigo de este monstruoso asesinato, y decide poner en marcha un plan para revelar la identidad del criminal, para lo cual pide la ayuda de sus hermanos Lise y Albert, quienes se meterán en la familia de Teodoro, para recavar la mayor información posible.

Los sospechosos son los cinco hijos de Teodoro – que si bien no saben que son hijos del mismo padre, es su sangre la que los une: los mellizos Mijail y Sonia Tigrov, y los tres hermanos Richardson: Alex, Damián y William.

El macabro plan de Odette hará que se sucedan una gran cantidad de situaciones, donde la pasión y el deseo serán los protagonistas, hasta llegar el apasionado desenlace.

Para lograr un gran espectáculo Tantanian tuvo grandes aciertos, en primera instancia un elenco formidable, por otra parte, la decisión y convicción a la hora de cómo contar esta historia: usando el melodrama y canciones, por ultimo, un equipo creativo de excelencia.

La utilización de actuaciones melodramáticas podría ser un arma de doble filo, pero la certeza de este director es saber usarla con respeto, y es así que las interpretaciones no son paródicas (algo que podría servir, pero que se sostendría pocos minutos) es así que todo lo que le pasa a los personajes es real, no hay sobreactuación, no hay mentira, por lo cual estos estados exaltados en los que viven, uno los puede capitalizar, uno ve que los sienten realmente, y esto es algo que le es devuelto a los espectadores, para los cuales (si bien la mayoría tarda en entender el código) es difícil no terminar emocionándose con los estados de los personajes.

Pero se hablo de canciones, y el director decide dar una vuelta mas a la puesta, y coloca algunas canciones en ciertos pasajes específicos de la obra, donde los personajes en cuestión muestran el dolor, ya no a través de la palabra, sino del canto, y si bien ninguno tiene grandes dotes en esta materia, las interpretaciones son los suficientemente fuertes y desgarradoras que no importa si cantan bien o mal, lo que importan es como lo hacen, y son momentos de gran intensidad, momentos que uno agradece ampliamente (sobre todo porque a veces es difícil ver la entrega que hacen estos actores en cantantes profesionales, en las pocas canciones que se escuchan, se ve como cada interprete da todo de si)

Hablando de las interpretaciones hay que hablar de los actores… seguramente uno cuando lee los nombres que conforman el elenco se imagina que verá muy buenas actuaciones, pero no, no son buenas actuaciones, son impresionantes, implacables, sorprendentes (y no es por elogiar gratuitamente) realmente si algo se destaca en este muy buen espectáculo son las actuaciones, todos logran interpretaciones poderosas y comprometidas, interpretaciones que dan ganas de seguir de cerca, y que dan placer ver. Me gustaría hablar en profundidad de cada uno, y hasta destacar a algunos, pero seria demasiado extenso, y realmente, es algo que hay que ver.

Por ultimo, las canciones compuestas por Diego Penelas (quien acompaño a Tantanian en el espectáculo De noche) son de gran belleza, canciones que se ajustan al momento de cada personaje, y que calzan a la perfección de cada circunstancia. Canciones llenas de emoción, con fuertes climas, canciones con melodías que llegan.

Los sensuales es una obra poética, una obra bellísima y apasionada, una experiencia por la cual es bueno pasar y ser parte.

Martin Dichiera

11.7.08

Hace unos días se escribió esto en la web

Cliquear sobre el título del post para ir a la nota. Bienvenido el disenso.

5.7.08

"La Otra" habla de Tantanian


Aqui va la nota que salió en el Blog de La otra.
Gracias Cuervo, gracias Ricagno.

También pueden cliquear sobre el título del post.

27.6.08

Inrockuptibles

Cliquear en la imagen para verla en tamaño legible.

Ñ

Cliquear en la imagen para verla en tamaño legible.


23.6.08

El sábado en ADN

Teatro | Alejandro Tantanian
El dramaturgo y director cuenta en esta entrevista el proceso creativo de
LANACION.com | ADN Cultura | Sábado 21 de junio de 2008

El sábado en La Prensa

"LOS SENSUALES" ES UN LUCIDO EJERCICIO SOBRE LA AMORALIDAD DE UNA SOCIEDAD EN CRISIS
La pasión, el deseo y la locura

"Los sensuales" de Alejandro Tantanian. Dirección: Alejandro Tantanian. Escenografía y vestuario: Oria Puppo. Iluminación: Jorge Pastorino. Musicalización: Pablo Rotemberg, Alejandro Tantanian y Diego Velázquez. Música original: Diego Penelas. Letras de canciones: Alejandro Tantanian y Martín Tufró. Coreografía: Pablo Rotemberg. Actores: Mirta Bogdasarian, Gaby Ferrero, Stella Galazzi, Javier Lorenzo, Nahuel Pérez Biscayart, Pablo Rotemberg, Luciano Suardi, Diego Velázquez y Ciro Zorzoli. El camarín de las musas (Mario Bravo 960).

En Los Sensuales Alejandro Tantanian le otorga un mismo nivel de importancia a la música (a través de canciones, coreografía) y el teatro (el texto, la palabra). Esto es algo que el director, dramaturgo y actor lo venía haciendo hace tiempo en sus unipersonales, entre ellos, "De lágrimas" y "De protesta", pero aún no lo había experimentado en las obras por el dirigidas. Los Sensuales es un espectáculo coral cuyo núcleo de conflicto es una familia dividida en dos, con hijos de madres distintas y un mismo padre. Precisamente el sorpresivo asesinato del padre hace estallar en minimalistas conflictos, el drama que se esconde en cada una de las vidas de esos hermanos, de distintas edades.

EL DISPARADOR
Fiodor Dostoievski, el novelista ruso, es el disparador imaginativo que permitió a Tantanian elaborar este melodrama, con elementos de vodevil y también de tragedia irónica, en el que se habla, sin expresarlo abiertamente, de la moral, del deseo, de las creencias religiosas y de los vínculos destruídos por la mezquindad, la soberbia y el sinsentido. Si en la anterior Los Mansos, también inspirada en Dostoievski -en aquel caso en "El príncipe idiota"-, el entorno era netamente poético, acá el drama "lunar", taciturno, oscuro, es mechado con ciertas dosis de melodrama, para encaminarse después hacia una extraña sensación de desamparo que envuelve por igual a todos los personajes. Los personajes de Tantanian representan cada uno un signo distinto de la mezquindad humana, puesta al servicio, en su mayoría de la destrucción, a veces premeditada, a veces inconsciente, del otro, ya sea a través del amor asfixiante, del incesto, el adulterio o la muerte. Con estos elementos Tantanian pone en marcha un estilo de trabajo que refiere a una estado de locura latente, que se traduce en situaciones en el que cada personaje representa una idea distinta del individuo, de la existencia, pero en su totalidad, esa familia parece responder a un único protagonista: mostrar que la irracionalidad y el caos a veces es parte de una sociedad, sin que sus implicados tengan clara cuenta de este suceso.

DE LA PASION
En
Los Sensuales Teodoro Tigrov, el padre, fue asesinado a golpes de martillo y su amante cree que fue uno de sus hijos. Por eso con la ayuda de sus hermanos Lise y Alberto Malheur, intenta poner en marcha una trama detectivesca que permite detectar al criminal. Claro que en ese trayecto no se tomó en cuenta los sugestivos planos de pasión que son capaces de despertar los Tigrov, almas solitarias, inmersas en una orfandad de moral, de emociones y sentimientos que intentan encontrar su cauce como pueden. A veces, algunos de ellos se tropiezan con lo imprevisto, lo prohibido. En otros es la propia autocensura la que no deja abiertos los canales de experimentar una sensación verdadera. De esta nueva performance teatral de Alejandro Tantanian se admira y gratifica su libertad creativa. En ese tránsito de un género a otro, jugado sin prejuicios, el director desnuda un artificio teatral, en el que el sentido de verdad y de lo fingido, se muestra como un objeto escénico capaz de traslucir una emocionalidad construida en base a una creativa sutileza de recursos magníficamente traducidos al escenario, por su muy bien elegido equipo actoral.

Juan Carlos Fontana

5.6.08

Ayer

... en el Rojas se inauguró la muestra de fotos de Los Sensuales de Ernesto Donegana. No dejen de darse una vuelta. Están buenísimas.

En Crítica Teatral dijeron esto

Los Sensuales
La octava maravilla


Un padre espera. Sufre. Muere. A mazazos. En la cabeza. Asestados de algún modo por sus cinco hijos, que no saben (o tal vez no quieren saber) que son hermanos. Alejandro Tantanian y el más maravilloso grupo de actores que se podría juntar sobre un escenario hacen de esta escena de apertura la más determinante, potente, poética y multigenérica del teatro contemporáneo. La expresividad corporal y gestual de un fantasmagórico Ciro Zorzoli (en el papel de Teodoro Tigrov, el padre asesinado) es lo primero que se muestra al público. La atención (y la tensión) se activa entonces en el espectador, para no desactivarse hasta mucho tiempo después de abandonada la sala. Una música intrigante, de una potencia inaudita, comenzará a sonar, y sus cinco hijos surgirán desde el fondo de la escena, manejados por una fuerza irrefrenable, cual marionetas, en una magníficamente orquestada coreografía que, sensuales y violentos, con los ojos fuera de sus órbitas y la sangre hirviendo en sus cuerpos, los acercará, paso a paso, a la concreción del acto horrible que desatará la tragedia: el parricidio. Y el espectador ya no podrá escaparse: ha sido atrapado en las garras de los sensuales. Ya sabe (o cree saber) lo que le espera: música, coreografías, canciones, y una magnánima tragedia. No sospecha aún que estos elementos en mano de los nueve actores que dominan la escena pueden crear un coctail imprevisible que tal vez, si se fuera precavido y miedoso, debería ser bebido con moderación. Pero si algo no hay en esta puesta, es moderación; y el público lo sabe, lo festeja, y se entrega, con los ojos bien abiertos, a la desmesura de la pasión, la sensualidad y un teatro cien por ciento sanguíneo.
Tras esta muerte inicial, Odette Malheur (amante de Tigrov, hermana gemela de su ex esposa, ya muerta), lanza una maldición: los hijos de Teodoro pagarán por su muerte. Una nube tóxica se impone entonces sobre estas tres familias que, en el fondo, son una sola. Por un lado, los Malheur, quienes creen tener el poder en un principio. Y por otro, los Tigrov y los Richardson, hijos del muerto. La desaparición del padre conlleva una muerte de la ley, una subversión de los valores. En este caso, la maldición de Odette se expresa en un ardor en la sangre de los hijos, que parece llevarlos a querer unirse, mezclarse, fusionarse con su propia sangre. Amores entrecruzados entre parientes: correspondidos, cambiantes, no correspondidos. Pasiones incontenibles que brotan de los cuerpos, de las bocas, de las almas. Vidas vividas en un segundo. Un descontrol que sólo podría acabar en la tragedia.

La génesis de Los sensuales fue tan abierta que permitía arribar a cualquier resultado: Alejandro Tantanian se propuso en un principio trabajar con estos nueve actores y tomando a Los hermanos Karamazov, de Fedor Dostoievski, como punto de partida. Nada más estaba dicho y, de esta indeterminación inicial, propicia para las más variadas aventuras, se fue gestando la obra, que en algún momento iba a ser una revista y acabó convirtiéndose en un melodrama. Puede que haya habido mucho de juego en este proceso de gestación colectivo, porque lo lúdico se impone en el escenario. El trabajo de Pablo Rotemberg en las coreografías (sobre todo en el espléndido número que comparte con Diego Velázquez) da cuenta de esto. Y cuando las palabras ya no pueden decir lo que quiere expresarse, se abren paso las canciones, originales e interpretadas en vivo, como última vía por la que se desborda la presión sanguínea, pasional y sensual de cada uno de los personajes.
El vestuario dice también algo de ellos: nos habla de sus realidades, de sus sueños, de lo que son, del lugar en el que se plantan en la vida (una Odette Malheur de pasos pesados, duros y severos, dados con unas rústicas plataformas; un Damien Richardson contenido, introvertido y nervioso, prolijo y acotado en unos límpidos tonos pasteles; un William Richarson joven y vivaz alrededor del cual se van a desatar las más profundas y violentas pasiones, que desencadenarán en la tragedia, envuelto en un llamativo azul eléctrico). Una iluminación sutil colabora en la creación de un ambiente tan poco realista como poético y una escenografía mínima y sencilla permite que un mismo espacio se transforme en infinitos ambientes. El minimalismo propuesto desde estos dos rubros es una elección acertadísima para compensar los desbordes actorales, coreográficos y musicales de la escena.

Los actores se destacan (todos) en sus interpretaciones. Diego Velázquez es mágico como el enamoradizo Mijail Tigrov, un niño inocente siempre al borde del llanto con la sangre alborotada y el corazón cambiante. Pablo Rotemberg deslumbra una vez más con sus dotes como bailarín y pianista. Nahuel Pérez Biscayart, al mismo tiempo fuerte y vulnerable, es un perfecto objeto de deseo en torno al cual se enredan las más diversas pasiones. Javier Lorenzo se destaca como el sensual más sufriente, con la pasión más contenida. Mirta Bogdasarian estalla de amor en escena. Ciro Zorzoli deslumbra como aparición de ultratumba y Stella Galazzi, Gaby Ferrero y Luciano Suardi conforman una tríada de maléficos hermanos a los que nada les sale como lo habían planeado.
Con estos nueve actores, claro, nada podría salir mal. Con esta dramaturgia, tampoco. En un espacio tan sensual y acogedor como la sala Los Mansos, del Camarín de las Musas, menos. Y así sucede, al fin. En Los sensuales, nada sale mal. Todo es perfecto, como un ensueño. Al espectador sólo le queda entregarse, abrirse, dejarse llevar por un espectáculo que le hará recordar que esto, justamente algo como esto, es lo que hace del teatro la octava maravilla del mundo.

Anabella Castro Avelleyra

1.6.08

Hoy en Clarín

Entrevista a Alejandro Tantanian
Elogio de la desmesura

Convirtió en un melodrama una obra de Dostoievski. "Yo no creo en las adptaciones de nada", aclara, polémico.

Por: Eduardo Slusarczuk

"Un libro por un lado y un grupo de gente por el otro. Eso es todo lo que había en noviembre de 2006", dice, en un bar de Belgrano, Alejandro Tantanian. De esta forma, revisa el proceso de creación de Los sensuales, la obra que se presenta en El camarín de las musas (Mario Bravo 960), los viernes y sábados a las 23,30. Y confiesa: "Lo milagroso de esta obra es que hayamos llegado al estreno".

Después de escribir y dirigir Los mansos, basada en la novela El idiota, de Fedor Dostoievski, Tantanian eligió a Los hermanos Karamazov, del mismo autor, para su nueva producción. "Dostoievski llega a ésta, que es su última novela, como si empezara a jugar con todos los temas con los que había trabajado hasta entonces. Como si los tomara en tono de farsa", explica. Y amplía: "Es como si se pudiera reír de la ortodoxia, el nihilismo y la religiosidad de todos los grandes temas". Después, da un paso más allá. "Sin embargo, hay algo en la densidad de la obra, algo de su aspecto trágico, que me interesaba trabajar", remata.

En un campo artístico en el que las adaptaciones están a la orden del día, Tantanian se planta. "Yo no creo en las adaptaciones de nada. Prefiero hablar de una apropiación de ese objeto que es la novela", sienta posición y comienza a contar cómo trabajaron la puesta. "Les dije: chicos, lean la novela y empecemos a trabajar. Cada uno elegía una escena, un personaje e improvisábamos. De allí intenté rescatar lo valioso, recortar y editar ese material de la mejor manera", recuerda.

¿Por qué elegiste el melodrama como lenguaje para la puesta?
En la obra hay un código de actuación sostenido por el realismo, pero los conflictos están un poco saturados. Un personaje, por ejemplo, mira a otro a la cara y se enamora de tal manera que mataría por él. Y todo sucede en un tiempo que no tiene nada que ver con el real. Si pensamos en todas las cosas que pasan en esos siete días que Los hermanos Karamazov narra en sus casi mil páginas, vemos que pasa lo mismo. A mí me interesaba ver qué pasaba en el teatro con eso, y el melodrama es un género que permite tales saltos emocionales. Ahí, por cierto, no hay psicología que resista.

Como si no hubiera espacio para analizarlo desde lo racional.
Por eso también la idea de la sensualidad en el sentido de que lo que tracciona es lo que dictan los sentidos, sin pasar por la cabeza. Hay algo de ese impulso genital, pasional, que está puesto todo el tiempo ahí. Y cuando la palabra no puede dar cuenta del soporte emocional, aparece la música como recurso, la palabra cantada, que es otro registro.

¿Cómo se hace para no caer en el ridículo cuando se trabaja un género tan cercano a la parodia?
El mayor riesgo de este espectáculo era que quería plantear la obra desde un punto de vista en el que la verdad fuera el norte de la actuación. Y para eso cuento con un elenco que la sostiene. Hay veces que el público no puede conectar y de pronto, lo consigue. Y eso habla de la eficacia, en el buen sentido, de la manera en que está concebida la gramática del espectáculo.

¿Qué importancia tienen las coreografías en esa gramática?
Son esenciales en la decisión de decir, desde un comienzo, para dónde va el trabajo. La energía, la violencia, la contundencia de los cuerpos son una señal de lo que se va a desenvolver en escena.

Una trama en la que el parricidio actúa como disparador.
Sí. En general la muerte marca el fin de un orden. En Los sensuales, tras el asesinato del padre hay algo de esa ley previa que desaparece. Esa ausencia empieza a transitar por los cuerpos, hay un entrecruzamiento de sensualidad sin ninguna ley y el fin del caos es una nueva muerte. Yo intento ver que pasa con esta historia en el aquí y ahora. Siempre tuve la idea, y creo que está conseguido, de lograr un espectáculo poderoso en el sentido expresivo. Construí un espacio para que esa contundencia escénica pase, con la intención de que el público no permanezca pasivo.

¿En qué sentido?
En el de poder ir al encuentro de la platea y que la plantea avance hacia la obra. Por eso me parece que, desde el comienzo, te agarra y te mete, o te expulsa. Es el riesgo. Pero sin riesgo, en estas circunstancias de producción, motorizadas por el deseo de hacer, no hay experiencia.

LA DENSIDAD DE "LOS HERMANOS KARAMAZOV" LE INTERESABA AL DIRECTOR.

El deseo como un arma cargada


Existe en Los sensuales una clara intención de no entorpecer la lectura de la obra con estrategias distractivas. La obra es lo que se ve y lo que se escucha. Todo está a la vista. Los manchones de las paredes de la sala, las claraboyas del techo, los movimientos de los cuerpos, las voces desnudas, en el estado de mayor pureza y crueldad.

Tras el asesinato de su amante, Odette Malheur (Stella Galazzi) escupe su venganza. "Qué tu muerte desate el caos", grita frente al cuerpo de Teodoro Tigrov (Ciro Zorzoli). Y el caos sucede. Entonces, durante casi dos horas la seducción es el arma del deseo más primario. Nadie calcula. Sonja Tigrov (Mirta Bogdasarian) busca, se enamora, vuelve a enamorarse. No entiende, siente. Como Alex Richardson (Pablo Rotemberg) dueño de miradas que abrazan, acarician, atan, azotan.

Dos tabiques, cambios imperceptibles de iluminación fabrican los ambientes que el público imagina. Todo tiene un sentido. La respiración entrecortada de Mijail (Diego Velázquez), el balbuceo de Damien (Javier Lorenzo), la imploración de Alberto Malheur (Luciano Suardi), las reacciones de William (Nahuel Pérez Biscayart) y cada caída de la Lise (Gaby Ferrero). Cada acción apunta y dispara. Los actores hablan de deseos, desengaños, frustraciones, soledades, y cuando eso ya no alcanza, los cantan. Y el melodrama lo es aún más. Y la parodia lo es cada vez menos, hasta desaparecer.

29.5.08

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© Ernesto Donegana

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Fuera de la ley
por Silvia Sánchez

Apelando al melodrama y con excelentes actuaciones, la puesta de Tantanian, Los Sensuales, brilla.

El inicio de Los Sensuales, la nueva puesta de Alejandro Tantanian, aporta desde el vamos las claves con las que habrá de leerse la misma: un asesinato representado con música imponente y cuerpos desbordados, es decir, un régimen de lectura que se impone de entrada en las antípodas del realismo.

Con estructura de melodrama, la pieza pergeñada por Tantanian mantiene algunas reglas del género pero viola otras, sobre todo aquella que impulsa a la identificación del espectador con el héroe sufriente, regla que precisa de cierto aire realista que aquí brilla por su ausencia. Tampoco hay, de esta poética tan mimada por el sentido popular pero también por los rebeldes posmodernos, ni final feliz, ni personajes sacrificados.
Hay sí, amores imposibles, médula del género, pues en la puesta abundan los enamoramientos que no pueden ser, la mayoría de ellos por lazos sanguíneos.


Allí, y en varios puntos más también, Tantanian coquetea con la tragedia, porque en Los Sensuales hay mucho de esa poética estallada: un parricidio (se trata de un padre asesinado y de cinco hijos que al parecer no se conocen entre sí y que están sospechados del crimen), amores incestuosos (los hermanos se enamoran unos de otros), un pathos que no da respiro (todos los personajes sufren y se lo comunican al público), una falta trágica que desata el caos, y sobre todo, un tono muy poco mesurado. O dicho con más precisión: un aire dionisiaco que se impone triunfal.

Sin embargo, el desborde está controlado, y eso vuelve a la pieza mucho más interesante que otras expresiones que han apelado a los mismos recursos, cayendo en la parodia.

Claro, Tantanian se rodeó acaso de los mejores actores que hay en el teatro por estos días: Ciro Zorzoli como el padre asesinado (un padre que vemos en escena como un punto de fuga “hamletiano”), Mirta Bogdasarian, Diego Velázquez, Pablo Rotemberg, Javier Lorenzo, Nahuel Pérez Biscayart, Stella Galazzi, Gaby Ferrero y Luciano Suardi. Todos exquisitos.

Con sensuales coreografías, música al piano que inunda la escena, suicidios, desmayos, límites borroneados y un credo que reza "que el amor es traición",
Los Sensuales, basada en Los hermanos Karamázov de Dostoievski, es un melodrama “desmesuradamente contenido”.

Y como en todo buen melodrama, en esa casa sin ley paterna en donde la pasión le gana a la razón, el final es punitivo. Porque las culpas han de pagarse. Al menos en la ficción.

27.5.08

Hoy en Página/12

ENTREVISTA A ALEJANDRO TANTANIAN, AUTOR Y DIRECTOR DE LOS SENSUALES
“Dostoievski es un autor fetiche”


El actor, dramaturgo, cantante y director se basó en la novela Los hermanos Karamazov para su montaje de Los sensuales. “En esta obra pude unir drama y música, que en mí estaban muy disociados”, señala.

Por Hilda Cabrera

“Si alguien viniese a ver algo cercano a Los hermanos Karamazov no sé si lo va a encontrar.” El actor, dramaturgo, cantante y director Alejandro Tantanian no desea crear falsas expectativas, pero admite que consideraría un logro que algo de esa novela de Fedor Dostoievski –finalizada en 1880, pues la muerte impidió al autor completar la segunda parte– fuera detectado en su montaje de Los sensuales. Tantanian se atrevió tiempo atrás con El príncipe idiota (1869), no como traslación sino a modo de cantera inspiradora de Los mansos. La recién estrenada puesta de Los hermanos... fue conformándose en base a improvisaciones sobre aspectos de una novela que cuenta con varios capítulos o libros. El tercer libro se denomina Sensualistas y es, acaso, el de mayor presencia en el melodrama que puede verse los viernes y sábados a las 23:30, en El Camarín de las Musas.

–¿El parricidio sigue siendo el eje de esta historia?
–Esa es una de las líneas de esta puesta. Otra es el tratamiento de las ideas. Dostoievski es un novelista y filósofo extraordinario cuyos personajes encarnan ideas. Construye historias haciendo colisionar ideas. Esto me interesa, como su sondeo sobre la idea de Dios y el papel que juegan la voluntad y la imaginación. Me pregunto si éstas construyen la idea de Dios o si la idea de Dios las precede.

–¿A la manera de una superestructura que organiza el material humano?
–Eso queda en el fondo. En realidad, intenté construir una trama novelesca y melodramática diferente de Los mansos, que tenía una dramaturgia poética pero críptica.

Tantanian se había inspirado tiempo atrás en El príncipe idiota,
también de Dostoievski, cuando hizo
Los Mansos.

–El capítulo Sensualistas (de la novela) incorpora, finalmente, artificios propios del melodrama...
–Que Dostoievski consumía muchísimo, sobre todo el melodrama de origen francés. Era fanático de Eugène Sue (1804-1857) y de Victor Hugo (1802-1885). En su literatura hay elementos del género popular y de la novela por entregas, recreados desde un pensamiento filosófico.

–¿Dando a cada personaje un lenguaje propio?
–Un lenguaje que proporcionaba vivacidad al texto y generaba la tensión necesaria para que el lector fuera a comprar el periódico donde aparecían los capítulos.

–En cuanto a su trabajo sobre la música, ¿qué considera nuevo en Los sensuales?
–Creo que pude unir drama y música, que en mí estaban muy disociados. Hice teatro desde los ’80, estudiando con maestros muy rigurosos, como Laura Yusem, Augusto Fernandes, Juan Carlos Gené, Ricardo Monti, Mauricio Kartun. Extraordinarios. A mediados de los ’90 me decidí por el canto y comencé a estrenar De lágrimas, De protesta, De noche. En Los sensuales, pude armar un melodrama en el sentido más clásico, el de antecedente de la comedia musical, género que me interesó desde chico. Era feliz viendo El diluvio que viene o Están tocando nuestra canción, con Valeria Lynch y Víctor Laplace, en el Odeón (de Corrientes y Esmeralda), cuando todavía no había sido demolido (en 1990). Me fascinaba ese género encapsulado por la “alta cultura”.

–¿Cree que se lo desmerecía?
–La comedia musical iba por otro camino. Cuando estrené De lágrimas, en 2002, sentí que mejoraba mi comunicación con el público, y eso me produjo gran placer.

–¿Y Los sensuales?
–Pretendo que se vea como una obra coral, donde los actores cantan y hay música en vivo.

–¿Qué lugar ocupa el parricidio en este melodrama?
–Está algo relegado. Me interesaba que hubiera gran energía emocional y, sobre todo, me importó no utilizar la parodia para sostener el melodrama. Presté atención a las cualidades de la literatura de Dostoievski, por ejemplo al empleo del espacio y el tiempo, que es más una proyección de los personajes que un tiempo real. Mi impresión es que los personajes pierden noción del tiempo racional.

–¿Y respecto del espacio?
–En Dostoievski, los espacios tienen una especie de umbral que separa y al mismo tiempo ofrece continuidad: una habitación con una puerta que se abre a un pasillo o comunica con otra habitación, a veces abarrotada de gente, o lugares de tránsito, con personajes que están yendo hacia o viniendo de, a veces de oscuros callejones.

–¿A la manera de escenarios de muerte?
–De muertes tremendas. El melodrama permite esos excesos. Por ejemplo, que un personaje entregue una carta a otro y que éste, al quedar solo, sienta que se ha enamorado locamente de ese que se fue y que hasta sería capaz de matar por él. Esa condensación emocional, especie de aceleración del tiempo, es difícil de actuar para los que tenemos una formación psicologista y necesitamos una suerte de pequeñas sumas para llegar a un resultado. En Los sensuales, los actores tienen que pasar de uno a mil.

–¿Dónde ubica en su obra la “perversa sensualidad” atribuida a Dostoievski?
–En la obra, la pregunta va por la línea del deseo: ¿qué es el deseo? ¿Está regido por una ley? ¿Qué hace que una persona se revista de sensualidad? Descabezado el padre se produce el caos. El aire se envenena como atravesado por una peste. El asesinato del padre confunde: los personajes se obnubilan y los hermanos copulan, pero queda un lugar para la redención.

–¿Por el sufrimiento que inflige la conciencia?
–Esa idea no opera hoy de la misma forma que entonces.

–Quizá sí asociada a conceptos como justo e injusto: Dostoievski fue encarcelado y condenado a muerte. Pena que se le conmutó por trabajos forzados en Siberia, donde conoció a un prisionero acusado de parricidio, que después supo era inocente.
–Esa es una mirada más actual. Fue condenado por hacer circular textos que se vieron como una amenaza al régimen zarista. Estuvo ocho años preso; pasó por situaciones extremas y sufrió mucho la muerte de su pequeño hijo Aliosha, nombre de uno de los personajes de Los hermanos...

–¿A qué se debe su fascinación por Dostoievski?
–Es un autor muy ligado a mi historia personal. Mi mamá nació en Rusia, en un pueblo cercano al Mar Negro, pero su origen es armenio, como el de toda mi familia. El interés por Dostoievski me viene de mi padrino, primo hermano de mi mamá. Desertó del frente ruso. Fue perseguido, y él y parte de su familia debieron huir. Migraron por Europa hasta llegar a la Argentina. Mi padrino tenía una gran biblioteca, pero no con libros de autores rusos, salvo los de Dostoievski. Yo tenía 8 o 9 años cuando él empezó a leerme estas historias. Este padrino tuvo problemas financieros, deudas, y se suicidó en esa misma biblioteca. Recuerdo que no se podía tocar nada de allí, porque se estaba haciendo el inventario de sus bienes, pero pude robarme dos ejemplares. Para mí Dostoievski es un autor fetiche. No dejo de leerlo, lo entiendo y lo siento como si fuera mi maestro.

–¿Le importa volcar esa carga emocional en Los sensuales?
–Ojalá se descubra algo de esa intensidad mía en la obra.

24.5.08

Un comentario en la web

Alejandro Ricagno escribió acá algo sobre mí y mis cosas. Je. Gracias, Ricagno.

Ayer, 23


... fue mi cumpleaños número 42. Y - sépanlo - el mejor regalo que pude tener fue ver la función de Los Sensuales sentado en la platea: y esto no es autobombo o una sesión masturbatoria: nada de eso: fue el mejor regalo porque todos quienes hicimos Los Sensuales sabemos lo duro que fue, lo difícil que fue. Y llegar - entonces - a destino es una alegría. Je. Post sentimental, este. Pero qué importa. De ésto - también - está hecho este espectáculo. Gracias, entonces, a todos por el hermoso regalo de ayer.

23.5.08

Hoy en SOY de Página/12

Teatro
La ley primera

Los sensuales
, la nueva obra de Alejandro Tantanian, muestra en escena los efectos del amor en el momento exacto en que el bichito pica los tiernos corazones. En este caso son muchos hermanos que enamorándose mutuamente conducen a los espectadores y también a Dostoievski hasta los vericuetos más hondos del melodrama.

Por Adolfo Agopián

Hace algunos años Tantanian puso en escena una obra de Daniel Veronese que ofrece, desde el título, algunas claves sobre estos sensuales. En Unos viajeros se mueren encaraba un policial negro de amores aturdidos ciñéndolos a un espacio pequeño y único. El espacio contiene y constituye la acción. Ahora, en una escena acotada, las pasiones estallan. ¡Pero entre hermanos! ¡Casi todos varones! Atrapadas en una red de deseos encontrados y desencontrados, tres (¿dos?, ¿una?) familias sin ley se entregan a los designios asfixiantes del linaje.

Mediante recursos teatrales ligados al artificio, el dramaturgo decide una lectura atravesadísima de Los hermanos Karamasov de Dostoievski. En una primera escena coreográfica se consuma el parricidio que determinará el comienzo del melodrama. La (a)puesta lleva al límite los términos que subyacen en la etimología del género: disfrutaremos de una relación incestuosa entre música y drama. Los culebrones plantean a diario una proliferación de desencuentros amorosos en contextos realistas. En los últimos años se convirtieron en el envase preferido de situaciones melodramáticas; cada vez que el teatro se asoma al melodrama se acerca a la telenovela. La parodia parece gobernar todas las lecturas que intentan rondar la cuestión. Nada de eso encontraremos en este intrincado laberinto de pasiones fraternales. El espacio y el tiempo son del todo ajenos al realismo: no hay afuera, ni elementos anexos a las relaciones. Como si la teatralidad los obligara a reparar en sus muy semejantes. Desde la lírica del texto, la danza, las canciones compuestas por Diego Penelas, hasta las actuaciones y las luces aparecen en los cuerpos de los personajes transitando tensiones caprichosas. El peso acumulativo de las secuencias desnuda lazos de seres dominados no por un destino trágico sino por propios deseos de una sexualidad sin represiones. El carácter “homo” de la endogamia es celebrado junto a un phatos (sufrimiento) también ajeno a culpas o tabúes sociales. Un terrible erotismo se desprende de cada encuentro entre hermanos, entre tíos, como espacio lúdico sin tabúes. La ley del deseo determina intensas miradas, canciones desesperadas, desparramadas como dardos que no encuentran su blanco, y cada personaje se constituye desde el sufrimiento que aporta en la red que se va desplegando en escena. Es un placer diferente ver cómo cada uno de estos actores afronta el reto de mostrarnos su dolor. Diego Velázquez domina de manera genial las emociones de su sangrante Mijail. Impacta en un dúo coreográfico muy sexual con Pablo Rotemberg, también sensible pianista. Mirta Bogdasarian, Ciro Zorzoli, Javier Lorenzo, Nahuel Pérez Biscayart se mantienen en el borde del absurdo para mostrar sus excesos pasionales y nos dejan con ganas de más. Gaby Ferrero (preciosa en su vestido chino), Stella Galazzi (casi lorquiana en sus monólogos) y Luciano Suardi juegan un terceto de tíos algo siniestros dispuestos a ingresar en la demanda deseante del espectáculo. Este “dream team” sigue en los rubros técnicos con Oria Puppo en el vestuario y la escenografía, y el gran Jorge Pastorino, cada vez más colorido en sus luces para Tantanian.