17.2.08

El viernes, cine

El viernes pasado - 15 de febrero de 2008- algunos de Los Sensuales nos encaminamos hacia la zona de Belgrano a degustar algunas delicatessen peruanas en Primavera Trujillana para luego deleitarnos con la última re-creación Dickensiana, excesiva, grandguiñolesca del genial Tim Burton y su cómplice Depp. Edward Gorey se hace presente en la extraordinaria película basada en el extraordinario musical de Steven Sondheim (gracias, siempre) Sweeney Todd.


Imposible olvidar algunos primeros planos, la manera en que las canciones fluyen entre esos personajes. Un ejemplo: Anthony Hope, el joven marinero que acompaña a Todd en su viaje de regreso de Australia y que sabrá enamorarse de la joven Johanna es invitado a pasar a la casa del juez Turpin (el único Alan Rickman): allí lo golpean hasta sangrar: "Te la comías con los ojos" - le dice el juez, carcelero y enamorado de Johanna. Luego Anthony queda solo en la calle, expulsado a golpes de la mansión Turpin. Mira a la cámara, tiene la boca llena de sangre. Canta la única canción de amor "casto" de toda la historia. La genialidad de Burton permite que ese momento sea el preanuncio del baño de sangre y el canibalismo que se avecinan: "Te la comías con los ojos", la boca llena de sangre, la voz alzándose sobre los muros cantando el amor. La película sucede en la niebla, en el Londres de Casa desolada de Dickens. No se pueden obviar las sombras de Murnau sobre el paisaje oscuro de Fleet Street (la calle en donde sucede la acción, la calle en donde Todd tiene su negocio sobre la casa de pasteles de Mrs. Lovett). No hay luz en toda la película, los subtítulos -blancos- encandilan (cuánto mejor sería poder verla sin subtítulos, en inglés: esperemos el DVD). La trama se mueve, previsible, en el terreno único del melo y el gore. No faltan elementos de aquellas novelas subterráneas ("el monje" Lewis, la Radcliffe) en donde la sangre corre por las alcantarillas y las almenas. La dama joven está prisionera, la venganza llega del mar, la justicia es por mano propia, el héroe es un villano, el villano es un burócrata. Los desposeídos se comen a los que los poseen. Por única vez. Hasta que la muerte los separe. La historia es un río de sangre sobreactuado (el color de la sangre en esta película de Burton es lo único que brilla). La escena final es una piedad única que quedará en mi memoria como una de las imágenes más conmovedoras del cine. Todd sostiene a su gran amor mientras que su sangre la baña por completo: la herida abierta en el lugar donde supo herir. Una catarata de sangre desde la garganta: el lugar desde donde se canta. Una celebración de lo gótico, la mejor historia de venganza (personal y social) jamás contada. Ojalá Los Sensuales encuentren eco en estos excesos. Que así sea.

2 comentarios:

nicolás schuff dijo...

el final...!

darío dijo...

Algo nos emparenta esta historia. Por ahí escribiste que "el héroe es un villano". Y pensé automáticamente en el Martín Fierro. El protagonista es un desertor. And a murder!!

Coincido con tu visión. El final -lejos de ser romántico- lo es (piel de gallina tuve...).

Mandale un beso a Gaby Ferrero... enamorado de ella desde que la vi en Crave.